El humorista fue alojado en el pabellón de acusados de abuso sexual y violencia de género. Afligido, de a poco busca empezar a adaptarse a la vida en situación de encierro.
“Cacho, Cacho”, le gritan los internos a Juan Antonio Garay mientras camina por los pasillos del Complejo Penitenciario San Felipe. Todos lo reconocen. Él levanta la cabeza, saluda con la mano y continúa con su recorrido, con la mirada apesadumbrada.
El viernes de la semana pasada, al humorista mendocino le revocaron la detención domiciliaria que le había otorgado a fines de abril, días después de que su ex pareja, Verónica Macías Bracamonte, lo denunció por maltratos, amenazas y abusos sexuales.
Luego, el lunes a primera hora, el personal penitenciario lo desplazó hasta San Felipe. Primero tuvo una entrevista con el director del complejo II y después pasó a conocer su nuevo lugar de encierro.
En el mencionado módulo, quedó alojado en la celda 9, la cual comparte con el confeso femicida surcoreano Seong Jin Kim, imputado por el asesinato de su ex pareja Yoo Kyunga (49), ocurrido durante febrero en San Martín. Quizás, no sea casualidad que el reconocido comediante tenga como compañero a un reo que jamás vio sus días de gloria en el Show del Chiste de Videomatch, a comienzos de este milenio. Incluso, el asiático no sabe hablar español y la única forma de comunicarse con el resto de la población carcelaria es a través de su celular, con el Traductor de Google.
Las fuentes penitenciarias consultadas relataron que, el lunes, Garay entró afligido y llorando, estado anímico que mantuvo durante varias horas. Con el paso de los días se fue mostrando con otra actitud, aunque sale poco de su celda, probablemente por el frío que reina por estos días en la provincia.
Por momentos, sale del módulo para ser trasladado hasta el sector de Sanidad, donde a diario le realizan controles, ya que acarrea algún problema de salud. Pero, por lo general, se la pasa encerrado y no ha alcanzado a sociabilizar demasiado con el resto de los presos.
En tanto, la información a la que accedió El Sol señala que por estos días Garay espera una importante visita. Se trata de un mediático abogado con el que se contactó después de recibir el revés judicial que deposito en la cárcel. El letrado viajará pronto a la provincia y analizará la situación del humorista para determinar si asume o no la defensa. Las fuentes pidieron reserva de su identidad.
Complicado
El caso explotó a mediados de abril, cuando Macías se presentó ante la Justicia mendocina y denunció a Garay por amenazas, asegurando que tenía varias armas guardadas en la casa que compartían en Luján de Cuyo.
Frente a esos dichos, se practicó un allanamiento en el domicilio de calle 20 de Setiembre y le hallaron cuatro pistolones y una pistola de gas comprimido, motivo por el que fue detenido e imputado por las amenazas en contexto de violencia de género y la tenencia de armas de fuego civil. Pero con el paso de los días, la situación de Garay se fue complicando. Macías amplió en varias oportunidades la denuncia y fue relatando de a poco diferentes hechos en los que aseguraba haber sido víctima de abusos sexuales, privación ilegítima de la libertad y amenazas con armas, por lo que fue acusado por esos y otros delitos mientras avanzaba la instrucción.
A través de esos relatos también quedó sindicada como partícipe de las vejaciones la empleada de la Legislatura provincial, Sandra Astudillo Stafollani, quien terminó siendo detenida, imputada y encarcelada.