Benjamín Pinavaria vertió su versión en el expediente y aseguró que jamás entró a la casa de Pía Persia, el día que fue asesinada. Este jueves lo imputaron y pasó a prisión. Su perfil de «pibe bien» y sus movimientos antes de la detención.
Al contrario, vecinos de la zona que hablaron con El Sol describieron al albañil como un «buen pibe» y se mostraron sorprendidos después de que lo detuvieron por el crimen de la artista plástica María Pía Persia, ocurrido el pasado fin de semana.
«La familia es buena gente, los hermanos hacen pan casero para vender. No son delincuentes«, señaló otro lugareño.
Más allá de esas afirmaciones, las evidencias contra Pinavaria son contundentes para el fiscal de Homicidios Carlos Torres, quien se encuentra al frente de la instrucción. Por eso, este jueves lo imputó por homicidio agravado por mediar violencia de género (femicidio) en concurso ideal con homicidio criminis causa, en concurso real con robo.

Básicamente, el representante del Ministerio Público se apoyó en tres pruebas clave: la cámara de seguridad que lo tomó en la escena durante las horas en las que habría sido ultimada Persia; la señal del celular sustraído a la víctima, que fue captada cerca de su casa, y el cotejo de ADN positivo con el material genético extraído de la prenda utilizada como lazo para estrangular a la mujer.
Con esa dura calificación, el acusado arriesga como única pena la prisión perpetua y deberá enfrentar a un jurado popular, en caso de que llegue al juicio oral y público.
Ahora, la defensa, a cargo de Francisco Castro, analiza el expediente y el material probatorio incorporado para determinar cómo avanzar, si solicitará medidas o presentará algún recurso en los próximos días.
Lo cierto es que, fuentes allegadas al presunto autor explicaron que siempre estuvo sujeto a proceso, jamás se dio a la fuga o escapó, pese a que estaba en la mira de los investigadores, y que cuando lo fueron a buscar, después del hallazgo del cuerpo, prestó su testimonio sin objeciones.
Su versión y la detención
Justamente, este diario accedió a la declaración que vertió Pinavaria en el expediente, en la que negó haber ingresado al domicilio de Persia el viernes por la mañana, durante el horario en el que, estiman, fue asesinada.
El relato del obrero sostiene que el ese día llegó a la vivienda de la Quinta Sección, en la que había estado trabajando, alrededor de las 8.30. Explicó que golpeó la puerta y que nadie lo atendió. Debido a que no contaba con una llave, se resguardó de la lluvia en el pórtico y estuvo allí hasta aproximadamente las 9.20, momento en que decidió retirarse.
Acto seguido, se dirigió a la Feria de Guaymallén, donde trabaja su novia, y permaneció en ese lugar hasta las 11.30. Luego, regresó a su casa y almorzó con su madre.
Durante la noche de ese día, se comunicó con su capataz y le reclamó el pago de lo trabajado en la semana, ya que siempre cobraba los viernes, por lo que recibió una transferencia de más de 6 mil pesos.
El acusado añadió que el sábado se despertó tarde y que en la noche se fue a bailar al boliche Waterloo. Por eso, dijo que recién el domingo se enteró sobre la muerte de Persia, cuando le preguntó a su jefe si tenía que presentarse a trabajar el lunes.
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Horas después, durante la tarde del lunes, el joven tuvo actividad en sus redes sociales y compartió un enigmático posteo en su cuenta de Facebook: «El mal humor jamás es una excusa para ser cruel. El mal humor pasa, pero las palabras crueles hieren en el alma para siempre», rezaba el texto en una imagen que compartió.
En tanto, el martes, personal de Homicidios lo fue a buscar para que prestara declaración. Unas 24 horas después, los sabuesos nuevamente se dirigieron hasta su domicilio del barrio Tres Estrellas, pero en esa ocasión con una orden de allanamiento.
Debido a que no se encontraba allí, en ese lugar sólo secuestraron unas zapatillas tipo panchitas. Cuando le consultaron a su madre por su paradero, les dijo que estaba en la casa de su pareja, en El Algarrobal, Las Heras.
La mujer desconocía la dirección de su nuera, por lo que le escribió a su hijo por WhatsApp y le comentó que lo estaban buscando los policías de Investigaciones. Sin problemas, el chico le pasó la ubicación de Google Maps y su progenitora la reenvió a uno de los detectives.

Así, Pinavaria prácticamente se «entregó» y los efectivos llegaron fácilmente hasta la vivienda de su novia, donde le detuvieron y le incautaron varias prendas de vestir, una tarjeta SUBE, y su celular.
Durante casi dos días, el sospechoso quedó alojado en la Comisaría Cuarta, hasta que este jueves el fiscal Torres lo imputó y ordenó que pase a prisión.
El único antecedente
Pinavaria tenía fama de «pibe bien» en la barriada en la que residía, localizada en la zona de la triple frontera entre Godoy Cruz, Luján y Maipú. Años atrás, vivía con su familia del otro lado del Acceso Sur, en la manzana B del barrio La Gloria.
Hace unos tres años, en 2019, su vida se enlutó cuando su padre se quitó la vida. Desde el entorno del joven señalaron que fue un periodo difícil en su vida. Incluso, se había alejado de las redes sociales y meses más tarde creo un nuevo perfil de Facebook.

Fue al año siguiente cuando el acusado de matar a Persia registró su primer antecedente. Al parecer, había comprado una moto que estaba «floja de papeles» y durante un procedimiento policial le frenaron el paso y constataron que era robada.
Por ese motivo, terminó imputado por encubrimiento y esa causa se cerró recién el 7 de febrero de este año, ya que se resolvió mediante una suspensión de juicio a prueba o probation.
A través de ese acuerdo, a Pinavaria sólo se le fijaron algunas reglas de conducta y debía presentarse a firmar cada tanto en una sede judicial.
Estrangulada
Persia fue encontrada sin vida la mañana del sábado cuando un obrero, a cargo de los trabajos de carpintería y colocación de durlock, se presentó a trabajar en su casa.
Debido a que el día anterior no había conseguido comunicarse con la mujer, decidió ingresar con la llave y buscarla por las habitaciones. Fue así que la halló tendida boca abajo en el interior de un depósito, sin signos vitales.
El hombre dio aviso a la línea de emergencias 911 y se activó el protocolo por femicidio, por lo que la fiscal Correccional Gabriela García Cobos -estaba subrogando a su par de Homicidios- se hizo presente en la escena junto a un perito del Cuerpo Médico Forense (CMF).
El primer análisis del médico legista no pudo determinar la causa de muerte, por lo que se debió aguardar a la necropsia. Mediante ese informe se estableció que la mujer había fallecido por un estrangulamiento.
Del estudio surgió que la víctima fue golpeada, llevada hasta el depósito, la colocaron boca abajo y en el piso la estrangularon con una prenda de animal print, que el autor utilizó como lazo.
Justamente, los rastros que quedaron impregnados en esa tela fue la clave para sindicar como matador a Pinavaria. El trabajo del Laboratorio de Huellas Genéticas del Ministerio Público estableció que el ADN correspondía al joven, quien estaba en la base de datos por la causa de encubrimiento que había enfrentado previamente.
En principio, el sospechoso sólo iba a ser imputado por femicidio, pero, debido a que se constató que en la escena faltaban el celular de la víctima y algo de dinero, se le sumó en las últimas horas el robo. No obstante, en la vivienda se hallaron 7 mil dólares y otros elementos de valor, los cuales no fueron sustraídos.